martes, 30 de noviembre de 2010

Girasoles de papel



Espera,
no juegues a ser otra persona
porque has de correr para escaparte de vos
aturdiendo la pura ingenuidad.
Pensás que encontrar el camino liberal
es lo que sirve en realidad.

Hasta el girasol muchas, muchas vueltas da
después vuelve a su lugar.

Presa,
estás entre rosas figuradas
el sueño de un día, un día sólo será
despertar es realidad
y no querés despertar.

Una vida dibujada, es vacío.

En campos de cera
nunca verás crecer
girasoles de papel.


Pastoral



lunes, 29 de noviembre de 2010

Nostalgias...

Quiero emborrachar mi corazon 
para olvidar un loco amor 
que mas que amor es un sufrir... 
Y aqui vengo para eso, 
a borrar antiguos besos 
en los besos de otras bocas. 
Si su amor fue flor de un dia, 
por que causa es siempre mia 
esta cruel preocupacion. 
Quiero, por los dos, mi copa alzar 
para olvidar mi obstinacion, 
y mas la vuelvo a recordar. 
Nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca como un fuego su respiracion... Angustias de sentirme abandonado y sentir que otro a su lado pronto, pronto le hablara de amor... Hermano, yo no quiero rebajarme ni pedirle ni rogarle ni decirle que no puedo mas vivir. Desde mi triste soledad vere caer las rosas muertas de mi juventud. 
Gime, bandoneon, tu tango gris 
quizas a ti te hiera igual 
algun amor sentimental... 
Llora mi alma de fantoche 
sola y triste en esta noche, 
noche negra y sin estrellas. 
Si las copas traen consuelo, 
aqui estoy con mi desvelo 
para ahogarlo de una vez. 
Quiero emborrachar al corazon 
para despues poder brindar 
por los fracasos del amor.

Angel   Canales






Dos personajes y una historia descarrilada...

No podía entender que era exactamente lo que sucedía, una mezcla de acontecimientos, sensaciones, hechos y fantasías obnubilaban sus ideas. Un extraño pero cálido sentimiento los unía; tal vez las ansias de descubrir que había en el interior, ese secreto oculto en el fondo, pero a la vez el pánico a la realidad, el miedo a la verdad, o quien sabe que era realmente lo que mantenía en cierto modo un vínculo tan desvinculado como aquel…
El reflejo de lo inaceptable, el camino hacia un pasado silenciado, los anhelos ocultos pero disfrazados; realidades distintas pero similares y la necesidad de ser descubiertos, de salir a la luz, de encontrar el rumbo correcto hacia la efímera pero deseada satisfacción; los unió accidentalmente en un sendero que ya no podía bifurcarse. Así estaba marcado, o más bien, así lo marcaron.
En el transcurso hacia un futuro tal vez planeado, tal vez sorteado o quizá buscado, fueron cayendo sus máscaras, sus armaduras, su orgullo, sus disfraces. Recaías, golpes, dolor, sufrimiento; placer, amor y contención.
Luego volvió a recoger algunas de sus armas abandonadas previamente, como para no sentirse demasiado vulnerable frente al desafío que sin saber se había enfrentado.
No comprendía que estaba sucediendo, tal vez tampoco quería averiguarlo, temía descubrirlo, por que en su interior conocía el secreto. Le aterrorizaba imaginar las consecuencias de tanto conocimiento; pero ya estaba ahí, era parte del juego y no podía escaparse –aunque lo intentara una y mil veces-, no quería escaparse; al fin y al cabo le proporcionaba vitalidad, mantenía su fortaleza, aumentaba su vana esperanza.
Pero el juego no siempre era divertido, y a veces tampoco parecía un juego, realidad y fantasía comenzaron a mezclarse, y ya no sabía de que lado estaba, pero no importaba, solo había que seguir, llegar a un final que día a día iba cambiando, un final abierto que no estaba resuelto debido a las ansias de protagonizar una historia soñada, que por momentos se descarrilaba en la cruda realidad.
Diversas escenas, múltiples paisajes, innumerables extras, y mil intentos de guión. Idas y venidas, abandonos y reencuentros. Subidas y bajadas de telón.
El misterio seguía siendo protagonista clave. Apuestas al amor, al engaño, a toda posible odisea que ocasionara un terrible o apasionante desenlace. Sin embargo, todo parecía seguir un caudal, pero nadie lo había notado.
Por un lado la aparente calma; por el otro un torbellino de sensaciones. La incertidumbre invadía en ambos casos el frágil pero excitado ser.
Su mente formulaba hipótesis, su cuerpo formaba vínculos, las palabras construían abismos, y las miradas creaban puentes. Pero el orgullo, el miedo y la inseguridad distorsionaban todos los mensajes ocultos. Aún así seguía, sin importar dónde ni por que. Algo habría que aprender, algo debería descubrir.
El encuentro fue atípico, inesperado y algo confuso. Cada cual interpreto lo que mejor le convenía, pero aceptaron el reto, sabiendo, o no, continuaron.
¿Habrá sido una casualidad? Dudo que exista tal hecho, pero el desafío en ciertos aspectos, era descubrir la causante. Por momentos se tornaba una cierta competencia, una lucha por un primer lugar que no acreditaba un gran trofeo y mucho menos un triunfo. Probablemente se trataba de una lucha de poder, o, un torneo de orgullos. La cierto es que cada capítulo traía una nueva estrategia.
Ellos eran sus propios espectadores, sus propios jueces y críticos. De ellos dependía la próxima escena, los nuevos personajes y el esperado final. Pero ya no querían decidir; hacerlo era tomar una gran responsabilidad, por ende hacerse cargo de las consecuencias que de ello se desprendería. Así es que lo dejaron al azar. La moneda caería de alguno de los lados, pero ninguno había elegido el suyo.
¿Qué sucedería el día en que llegara el fin? ¿Sería el esperado o los sorprendería el haberlo sorteado a la suerte? ¿Alguien debería abandonar el juego o quizás debieran aliarse? Nadie lo sabía, nadie preguntaba. No querían que sucediera. Pero estaba allí expectante. Silencioso pero firme.
La distancia alimentaba sus deseos, el misterio marcaba el sendero, pero la realidad era distinta, dos mundos paralelos completamente separados unidos por una fantasía descartable de la cual no querían deshacerse.
Los hechos fueron desvirtuando la historia, la llama que mantenía encendida esa enorme sensación onírica se iba apagando. Quedaban pocas cartas sobre la mesa y no había demasiada elección. Nadie se arriesgaba, no querían perder, abandonar sería darse por vencido y eso significaba una enorme humillación para dos guerreros de tal índole. Continuar abarcaba diferentes posibilidades: podrían llegar a ganar algo, al menos uno ganaría, o tal vez los dos, pero también los situaba frente a un papel de fracasados, u obsesivos. Demasiadas aristas, demasiadas suposiciones.
¿Qué es lo que los mantenía unidos? ¿Acaso había amor de por medio, o más bien una especie de venganza trasladada? ¿Alguien tendría acceso a sus corazones para obtener una respuesta? ¿Qué esperaban para avanzar o finalizar la historia? ¿Qué quería él? ¿Qué sentía ella? ¿Qué sucedería entre estos dos personajes?
Sobraban las preguntas, faltaban las respuestas, pero muy en el fondo, ellos sabían la verdad, solo que nadie se atrevía a confesarla por miedo a que se acabara. Pero el final llegó tan pronto como amaneció el día y la página se dio vuelta sola para comenzar una nueva, en blanco, del libro de su vida.

                                                                                                                     Anenka.


Espantapájaros 8




Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!
¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.



Lugares para visitar (Argentina)

Seguidores