martes, 21 de diciembre de 2010

with my baby...

Desde que te perdí..





Las cosas no andaban bien, nada me salía,
mi vida era un túnel sin salida, pero...

Desde que te perdí se están enamorando todas de mí
y hasta algunas me quieren convencer
que con ellas podría ser feliz.

Desde que te perdí las puertas
se me abren de par en par,
se me abrió hasta la puerta de Alcalá
y yo aprovecho cada oportunidad.

Desde que te perdí nunca tuve tal libertad
desde que te perdí no me importa nada de ná...

Desde que te perdí la vida me sonríe sin cesar,
tengo trabajo y mucha estabilidad
y hasta he trepado en la escala social.

De ágape en ágape,
princesas me sonríen de cuando en vez,
me dicen el Hugh Hefner Aragonés,
seguro que no sabes ni quién es...

Desde que te perdí hago lo que me da la gana
Desde que te perdí ya no tengo ganas de nada...

Desde que te perdí tomamos unas cañas por ahí,
me dices que no es lo mismo ya sin mí,
que ahora también eres mucho más feliz...

Desde que te perdí, desde que me perdiste
desde que me perdí, desde que te perdiste... 

Kevin Johansen.

No seas insegura


No seas insegura, eso dejámelo a mí
Hombres con armadura abundan por aquí

No seas tan celosa, no hay ninguna como vos

Además te ves preciosa cuando el celoso soy yo

Y para qué te vas a ocultar, si noy hay nada para disfrazar


No seas caradura, yo ví cómo te miró

Chapa sin cerradura fue lo que te prometió

Y para qué te vas a complicar, si no hay nada para explicar


No seas tan segura, eso dejámelo a mí...

 Kevin Johansen 

lunes, 13 de diciembre de 2010

Destino


Y para acá o allá
y desde aquí otra vez
y vuelta a ir de vuelta y sin aliento
y del principio o término del precipicio íntimo
hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste a aquello o de lo opuesto
y rueda que te roe hasta el encuentro
y aquí tampoco está
y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado
por vivir entre huesos
o del perpetuo estéril desencuentro
a lo demás
de más
o al recomienzo  espeso de cerdos contratiempos y destiempos
cuando no al burdo sino de algún complejo herniado en pleno vuelo
cálido o helado
y vuelta y vuelta
a tanta terca tuerca
para entregarse entero o de tres cuartos
harto ya de mitades
y de cuartos
al entrevero exhausto de los lechos deshechos
o darse noche y día sin descanso contra todos los nervios del misterio
del más allá
de acá
mientras se rota quedo ante el fugaz aspecto sempiterno de lo aparente o lo supuesto
y vuelta y vuelta hundido hasta el pescuezo
con todos los sentidos sin sentido
en el sofocatedio
con uñas y con piensos y pellejo
y porque sí nomás.






Este secreto..

Este secreto que tienes conmigo ....
nadie lo sabra,
este secreto seguira escondido
una eternidad.

Yo te aseguro nunca dire nada
de lo que paso...
no te preocupes
que todo lo nuestro
queda entre tu y yo.

Este secreto que tienes conmigo
nadie lo sabra,
este secreto seguira escondido
una eternidad.

Yo te aseguro nunca dire nada
de lo que paso...
no te preocupes
que todo lo nuestro
queda entre tu y yo.

Nadie sabra
que tu pecho
juntito al mio a latido
que disfrutamos instantes
de facinante dulzura..
nunca dire q hubo noches
que te adore..con locura
nadie sabra que en tus brazos
borracha de amor....

...en el lugar de siempre
la misma penumbra,
los mismos poemas,
las mismas floristas
vendiendo sus rosas y claveles blancos
a la media noche

cuantos años juntos
hullendo de todos
de los monalistas,
de los puritanos,
los que no perdonan,
los que no comprenden...

Que somos amantes...

....que somos amantes
los que hay a escondidas,
en una caricia
se entregan la vida...
...que somos amantes
sin otro destino
que el mañana insierto
en nuestro camino.

...que somos amantes
que lo damos todo
a la luz del alma
en un hasta pronto

....que somos amantes
y que en carne y alma,
tan solo pedimos...
....un fin de semana.
 
Eva Ayllón
 

martes, 30 de noviembre de 2010

Girasoles de papel



Espera,
no juegues a ser otra persona
porque has de correr para escaparte de vos
aturdiendo la pura ingenuidad.
Pensás que encontrar el camino liberal
es lo que sirve en realidad.

Hasta el girasol muchas, muchas vueltas da
después vuelve a su lugar.

Presa,
estás entre rosas figuradas
el sueño de un día, un día sólo será
despertar es realidad
y no querés despertar.

Una vida dibujada, es vacío.

En campos de cera
nunca verás crecer
girasoles de papel.


Pastoral



lunes, 29 de noviembre de 2010

Nostalgias...

Quiero emborrachar mi corazon 
para olvidar un loco amor 
que mas que amor es un sufrir... 
Y aqui vengo para eso, 
a borrar antiguos besos 
en los besos de otras bocas. 
Si su amor fue flor de un dia, 
por que causa es siempre mia 
esta cruel preocupacion. 
Quiero, por los dos, mi copa alzar 
para olvidar mi obstinacion, 
y mas la vuelvo a recordar. 
Nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca como un fuego su respiracion... Angustias de sentirme abandonado y sentir que otro a su lado pronto, pronto le hablara de amor... Hermano, yo no quiero rebajarme ni pedirle ni rogarle ni decirle que no puedo mas vivir. Desde mi triste soledad vere caer las rosas muertas de mi juventud. 
Gime, bandoneon, tu tango gris 
quizas a ti te hiera igual 
algun amor sentimental... 
Llora mi alma de fantoche 
sola y triste en esta noche, 
noche negra y sin estrellas. 
Si las copas traen consuelo, 
aqui estoy con mi desvelo 
para ahogarlo de una vez. 
Quiero emborrachar al corazon 
para despues poder brindar 
por los fracasos del amor.

Angel   Canales






Dos personajes y una historia descarrilada...

No podía entender que era exactamente lo que sucedía, una mezcla de acontecimientos, sensaciones, hechos y fantasías obnubilaban sus ideas. Un extraño pero cálido sentimiento los unía; tal vez las ansias de descubrir que había en el interior, ese secreto oculto en el fondo, pero a la vez el pánico a la realidad, el miedo a la verdad, o quien sabe que era realmente lo que mantenía en cierto modo un vínculo tan desvinculado como aquel…
El reflejo de lo inaceptable, el camino hacia un pasado silenciado, los anhelos ocultos pero disfrazados; realidades distintas pero similares y la necesidad de ser descubiertos, de salir a la luz, de encontrar el rumbo correcto hacia la efímera pero deseada satisfacción; los unió accidentalmente en un sendero que ya no podía bifurcarse. Así estaba marcado, o más bien, así lo marcaron.
En el transcurso hacia un futuro tal vez planeado, tal vez sorteado o quizá buscado, fueron cayendo sus máscaras, sus armaduras, su orgullo, sus disfraces. Recaías, golpes, dolor, sufrimiento; placer, amor y contención.
Luego volvió a recoger algunas de sus armas abandonadas previamente, como para no sentirse demasiado vulnerable frente al desafío que sin saber se había enfrentado.
No comprendía que estaba sucediendo, tal vez tampoco quería averiguarlo, temía descubrirlo, por que en su interior conocía el secreto. Le aterrorizaba imaginar las consecuencias de tanto conocimiento; pero ya estaba ahí, era parte del juego y no podía escaparse –aunque lo intentara una y mil veces-, no quería escaparse; al fin y al cabo le proporcionaba vitalidad, mantenía su fortaleza, aumentaba su vana esperanza.
Pero el juego no siempre era divertido, y a veces tampoco parecía un juego, realidad y fantasía comenzaron a mezclarse, y ya no sabía de que lado estaba, pero no importaba, solo había que seguir, llegar a un final que día a día iba cambiando, un final abierto que no estaba resuelto debido a las ansias de protagonizar una historia soñada, que por momentos se descarrilaba en la cruda realidad.
Diversas escenas, múltiples paisajes, innumerables extras, y mil intentos de guión. Idas y venidas, abandonos y reencuentros. Subidas y bajadas de telón.
El misterio seguía siendo protagonista clave. Apuestas al amor, al engaño, a toda posible odisea que ocasionara un terrible o apasionante desenlace. Sin embargo, todo parecía seguir un caudal, pero nadie lo había notado.
Por un lado la aparente calma; por el otro un torbellino de sensaciones. La incertidumbre invadía en ambos casos el frágil pero excitado ser.
Su mente formulaba hipótesis, su cuerpo formaba vínculos, las palabras construían abismos, y las miradas creaban puentes. Pero el orgullo, el miedo y la inseguridad distorsionaban todos los mensajes ocultos. Aún así seguía, sin importar dónde ni por que. Algo habría que aprender, algo debería descubrir.
El encuentro fue atípico, inesperado y algo confuso. Cada cual interpreto lo que mejor le convenía, pero aceptaron el reto, sabiendo, o no, continuaron.
¿Habrá sido una casualidad? Dudo que exista tal hecho, pero el desafío en ciertos aspectos, era descubrir la causante. Por momentos se tornaba una cierta competencia, una lucha por un primer lugar que no acreditaba un gran trofeo y mucho menos un triunfo. Probablemente se trataba de una lucha de poder, o, un torneo de orgullos. La cierto es que cada capítulo traía una nueva estrategia.
Ellos eran sus propios espectadores, sus propios jueces y críticos. De ellos dependía la próxima escena, los nuevos personajes y el esperado final. Pero ya no querían decidir; hacerlo era tomar una gran responsabilidad, por ende hacerse cargo de las consecuencias que de ello se desprendería. Así es que lo dejaron al azar. La moneda caería de alguno de los lados, pero ninguno había elegido el suyo.
¿Qué sucedería el día en que llegara el fin? ¿Sería el esperado o los sorprendería el haberlo sorteado a la suerte? ¿Alguien debería abandonar el juego o quizás debieran aliarse? Nadie lo sabía, nadie preguntaba. No querían que sucediera. Pero estaba allí expectante. Silencioso pero firme.
La distancia alimentaba sus deseos, el misterio marcaba el sendero, pero la realidad era distinta, dos mundos paralelos completamente separados unidos por una fantasía descartable de la cual no querían deshacerse.
Los hechos fueron desvirtuando la historia, la llama que mantenía encendida esa enorme sensación onírica se iba apagando. Quedaban pocas cartas sobre la mesa y no había demasiada elección. Nadie se arriesgaba, no querían perder, abandonar sería darse por vencido y eso significaba una enorme humillación para dos guerreros de tal índole. Continuar abarcaba diferentes posibilidades: podrían llegar a ganar algo, al menos uno ganaría, o tal vez los dos, pero también los situaba frente a un papel de fracasados, u obsesivos. Demasiadas aristas, demasiadas suposiciones.
¿Qué es lo que los mantenía unidos? ¿Acaso había amor de por medio, o más bien una especie de venganza trasladada? ¿Alguien tendría acceso a sus corazones para obtener una respuesta? ¿Qué esperaban para avanzar o finalizar la historia? ¿Qué quería él? ¿Qué sentía ella? ¿Qué sucedería entre estos dos personajes?
Sobraban las preguntas, faltaban las respuestas, pero muy en el fondo, ellos sabían la verdad, solo que nadie se atrevía a confesarla por miedo a que se acabara. Pero el final llegó tan pronto como amaneció el día y la página se dio vuelta sola para comenzar una nueva, en blanco, del libro de su vida.

                                                                                                                     Anenka.


Espantapájaros 8




Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!
¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.



martes, 18 de mayo de 2010


PALOMA NEGRA (T. Méndez) José Alfredo Jiménez (Mexico) Raphael (Spain) Ya me canso de llorar y no amanece yo no se si maldecirte o por ti rezar, tengo miedo de buscarte y encontrarte donde me aseguran mis amigos que te vas. Hay momentos en que quisiera mejor rajarme pa'arrancarme ya los clavos de mi penar, pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos y mi cariño hoy con locura te vuelve a buscar. Ya agarraste por tu cuenta la parranda, paloma negra, paloma negra donde estaras ya no juegues con mi honra parrandera, si tus caricias deben ser mias de nadie mas. Aunque te amo con locura ya no vuelvas, paloma negra tu eres la causa de mi sufrir, quiero ser libre, vivir mi vida con quien yo quiera, Dios dame fuerzas que me estoy muriendo por irla a buscar. Ya agarraste por tu cuenta la parranda.

sábado, 10 de abril de 2010

Espantapájaros 16



A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la trasmigración.
Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.
Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!
Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...
Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.
Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.
Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...
¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?
Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.
Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.

Oliverio Girondo
Espantapájaros 16

miércoles, 24 de marzo de 2010

Donde habita el olvido...

Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior,
“demasiadas cervezas”,
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya, en la almohada…
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
“llámame un día”.
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un peugeot
y aquellos ojos
miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
“te necesito”.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
 
J.S. 



martes, 16 de marzo de 2010

No te dejes desanimar

Nunca dejes de abrirte, no dejes de reirte,
no te cubras de soledad
y si el miedo te derrumba
si tu luna no alumbra
si tu cuerpo no da más
no te dejes desanimar
basta ya de llorar
para un poco tu mente y ven acá
Estás harto de ver los diarios
estás harto de los horarios
estás harto de estar en tu lugar,
ya no escuchas el canto de los mares
ya no sueñas con lindos lugares
para descansar una eternidad
No te dejes desanimar
no te dejes matar
quedan tantas mañanas por andar.


La máquina de hacer pájaros.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Vivir

"Ya perdoné errores casi imperdonables, traté de sustituir personas insustituibles y olvidar personas inolvidables.
Ya hice cosas por impulso, ya me decepcioné con personas cuando nunca pensé decepcionarme, mas también decepcioné a alguien.
Ya abracé para proteger, ya me reí cuando no podía, ya hice amigos eternos, ya amé y fui amado, pero también fui rechazado. Ya fui amado y no supe amar.
Ya grité y salté de tanta felicidad, ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también “rompí la cara” muchas veces.
Ya lloré escuchando música y viendo fotos, ya llamé solo para escuchar una voz, ya me enamoré por una sonrisa, ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia, y tuve miedo de perder a alguien especial (y terminé perdiéndolo) ¡pero sobreviví! ¡Y todavía vivo!
No paso por la vida… y tú tampoco deberías pasar… ¡Vive!
Bueno es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión, perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante."

Chaplin.
 
 

domingo, 31 de enero de 2010

Como un explorador

Después de tanto tiempo al fin te has ido
y, en vez de lamentarme, he decidido
tomármelo con calma.
De par en par he abierto los balcones,
he sacudido el polvo a todos los rincones
de mi alma.
Me he dicho que la vida no es un valle
de lágrimas… y he salido a la calle
como un explorador.
He vuelto a tropezar con el pasado
y he decidido, en el bar de mis pecados,
otra copa de ron.
Y en otros ojos me olvidé de tu mirada
y en otros labios despisté a la madrugada
y en otro pelo
me curé del desconsuelo
que empapaba mi almohada.
Y en otros puertos he atracado mi velero
y en otros cuartos he colgado mi sombrero,
y una mañana
comprendí que aveces gana
el que pierde a una mujer.
Con el cartel de libre en la solapa
he vuelto a ser un guapo entre las guapas
chulapas de Madrid,
sólo me pongo triste cuando alguno,
en el momento más inoportuno,
me pregunta por ti. 

J.S.


sábado, 30 de enero de 2010

Estados de ánimo

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

M.B.

viernes, 29 de enero de 2010

Tomo y obligo

Que voy a hacer, tomo y obligo
Que voy a hacer, conmigo
Que vas a hacer, si no te lo digo
Quien va a ofrecer
tanto para ver

Necesito ahora
matar este recuerdo, ohh yeh
y a la misma hora que te vas
matar este recuerdo,
que nada es eterno

Que voy a hacer, tomo y obligo
Que vas a hacer, conmigo
Matar este recuerdo, ohh yehh
Da lo mismo ahora
si te vas, si te vas, uhhh, ohhhh, 

Ratones Paranoicos

domingo, 17 de enero de 2010

Enigmas

Todos tenemos un enigma
y como es lógico ignoramos
cual es su clave  su sigilo
rozamos los alrededores
coleccionamos los despojos
nos extraviamos en los ecos
y lo perdemos en el sueño
justo cuando iba a descifrarse
 
y vos también tenés el tuyo
un enigma tan sencillo
que los postigos no lo ocultan
ni lo descartan los presagios
está en tus ojos y los cierras
está en tus manos y las quitas
está en tus pechos y los cubres
está en mi enigma y lo abandonas
 
Mario Benedetti.



Calle de abrazados

Columnata de árboles
o nada/ sombra sobre piedras
herméticos zaguanes o nada/ hojas en el viento
la llaman calle de abrazados
no exactamente porque las parejas
se refugien allí a falta de otros
espacios de amor gratis
la llaman calle de abrazados
porque en las noches de domingo
hay dos tan sólo dos
una mujer y un hombre desentendidos misteriosos
que se citan allí como dos náufragos
y cada naúfrago se abraza
al otro cuerpo salvavidas
la llaman calle de abrazados
como tributo a un solo abrazo
desesperado recurrente
tan azorado y tan estrecho
como si fuese siempre el último
y eso a pesar de que en su isla
el hombre y la mujer ignoren
que ese destino en que se abrazan
se llama calle de abrazados

Mario Benedetti.





martes, 12 de enero de 2010

Espantapájaros 8



Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.





Oliverio Girondo 









jueves, 7 de enero de 2010

Cansancio





Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuantos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabrá si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola autentica,
alegre
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.



Oliverio girondo 

miércoles, 6 de enero de 2010

Límites


¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

Juan Gelman

martes, 5 de enero de 2010

Volar




No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?


Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado…y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Oliverio Girondo

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